20100323

Dafnis y Cloe

 
Yo mismo, cuando mozo, amaba a Amirilis, y ni me acordaba de la comida, ni tomaba de beber, ni me entregaba al sueño. Me dolía el alma, me daba brincos el corazón y mi cuerpo languidecía; ya gritaba como si me azotasen, ya callaba como muerto; a veces me arrojaba al río para apagar el fuego en que me quemaba, a veces pedía socorro a Pan, porque amó a Pitis; elogiaba a Eco, porque después de mí llamaba a Amirilis, o rompía mi flauta, porque atraía a las vacas y a mi Amirilis no la atraía. Ello es que no hay remedio para Amor: ni filtro, ni ensalmo, ni manjar con hechizo; no hay más que beso, abrazo y acostarse juntos desnudos.

Filetas, después que los hubo doctrinado, se fue, recibiendo de ellos algunos quesos y un chivo al que asomaban ya los pitones. No bien ellos se quedaron solos, y oído entonces el nombre de Amor por vez primera, se apesadumbraron más y de vuelta a sus chozas comparaban lo que sentían a lo que el viejo había referido.

. . . .

Llevaba bastante tiempo buscando este libro y no me ha decepcionado. Es una historia de amor entre dos pastores que se escribió hacia el siglo II d.C en Lesbos, pero se podría haber escrito en Salzburgo en el siglo XVIII o ayer por la tarde en cualquier bar de esta ciudad, porque hay sentimientos y procesos mentales que son completamente atemporales, ajenos a lo que digan los libros de Historia y rigurosamente opuestos a la apatía y la decadencia del contexto que rodea al individuo que tiene la suerte de experimentarlos. Y subrayo suerte.

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