20090531

Criterios dispares

 

Entre el tejado del cobertizo y la gran planta que cuelga sobre la valla desde la casa de al lado veía la constelación de Orión.

La gente dice que Orión se llama Orión porque Orión era un cazador y la constelación parece un cazador con garrote, arco y flecha. Pero eso es una verdadera tontería porque no son más que estrellas, y podrías unir los puntitos como quisieras, y hacer que pareciera una señora con un paraguas que saluda, o la cafetera de la señora Shears, que es de Italia, con un asa y vapor que sale, o un dinosaurio.

Además en el espacio no hay líneas, así que podrías unir trocitos de Orión con trocitos de la Liebre o Tauro o Géminis y decir que son una constelación llamada El Racimo de Uvas, o Jesús, o La Bicicleta (sólo que no tenían bicicletas en las épocas romana y griega, que fue cuando llamaron Orión a Orión).

En cualquier caso, Orión no es un cazador o una cafetera o un dinosaurio. Es Betelgeuse y Bellatrix y Alnilam y Rigel y 17 estrellas más de las que no me sé los nombres. Y son explosiones nucleares a billones de kilómetros de aquí.

Y ésa es la verdad.
El curioso incidente del perro a medianoche.
Mark Haddon.

20090526

Pequeñas leyendas


 
MOOR.- ¿Te puso tu preceptor en las manos la historia de Robin Hood (habría que soldar a galeras a esa clase de canallas imprudentes) que encendió tu fantasía infantil y te contagió con la loca manía de ser un gran hombre? ¿Te atrae tener nombre y honor? ¿Quieres comprar inmortalidad con asesinatos incendiarios? ¡Apúntate esto, jovenzuelo ambicioso! ¡Para los incendiarios no crece laurel! Las victorias de los bandidos no significan triunfo, sino huida, peligro, muerte, deshonra.
 
Die Räuber (Los Bandidos)
Friedrich Schiller, 1781

20090520

Souvenirs de tournage

 
 
Por crear
tanta belleza en 2 minutos 20
 

20090518

Amor de tarde



Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.



Mario Benedetti
(1920-2009)
(Con todo el cariño)
 

20090517

A mares


Eres todas las paradas de tranvía por donde empiezan las mañanas.
(Boutonnet, Montpellier, Abril 2009)

20090512

No más luchas de gigantes...

 
ni chicas de ayer, ni noches con Marga.
Demasiado pronto para comprender.
Te echaremos de menos.

20090506

20090505

Compañeras de sofá


Hay momentos en los que sencillamente el mundo se desordena.

Cuando vuelves de la uni y el día te parece una cadena de despropósitos inconexos, y además nadie te entiende y te sobramos todos y sólo quieres estar en alguna ciudad donde todas las palabras sean agudas. No te lo diré nunca, pero esas veces me encantaría poner en orden las 4 piezas del puzzle que realmente te importan y ofrecértelo para cenar, porque qué importa que la sociedad escoja el caos como forma natural de des-organizarse mientras las dos sepamos que mañana por la mañana te vas a comer el mundo sin dejar prisioneros.

20090504

Hermosas tus tristezas

 

(Jardines de Monforte, Valencia)
(Parecido al Huerto de Calixto y Melibea de Salamanca pero con más estatuas)
(Lugar muy recomendable para llevarse un libro y apagar el móvil)

20090503

Problemas de geografía personal

 
Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.

Nunca se despedirme de ti, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.

Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras
que no saben pronunciar.

Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.

Luis García Montero