Mandó parar al taxi una manzana antes, se mezcló con la gente que iba en la misma dirección, como dejándose llevar por ella, anónima y sin ninguna culpa notoria. Entró en el hotel con aire natural, cruzó el vestíbulo hacia el bar. Llegaba con unos minutos de adelanto y tendría que esperar, pues la hora de la cita había sido fijada con precisión. Pidió un refresco y lo tomó sosegadamente, sin posar los ojos en nadie, no quería que la confundieran con una vulgar cazadora de hombres. Un poco más tarde, como una turista que sube al cuarto a descansar después de haber pasado la tarde por los museos, se dirigió al ascensor. La virtud, habrá aún quien lo ignore, siempre encuentra escollos en el durísimo camino de la perfección, pero el pecado y el vicio se ven tan favorecidos por la fortuna que todo fue llegar y se abrieron ante ella las puertas del ascensor. Salieron dos huéspedes, un matrimonio de edad avanzada, ella entró y apretó el botón del tercero, trescientos doce era el número que la esperaba, es aquí, llamó discretamente a la puerta, diez minutos después estaba ya desnuda, a los quince gemía, a los dieciocho susurraba palabras de amor que ya no tenía necesidad de fingir, a los veinte empezaba a perder la cabeza, a los veintiuno sintió que su cuerpo se desquiciaba de placer, a los veintidós gritó, Ahora, ahora, y cuando recuperó la consciencia, dijo, agotada y feliz, Aún lo veo todo blanco.
Ensayo sobre la ceguera
José Saramago
Esta es la historia de una ceguera blanca pandémica, probablemente resultado de siglos de cegueras negras a menor escala. Como pone en la contraportada, "José Saramago, teje una aterradora parábola acerca del ser humano que encierra lo más sublime y miserable de nosotros mismos", y este libro es un manual para explorar las zonas más oscuras de las relaciones interpersonales y los recovecos de nuestra condición de ser humano de los que deberíamos estar menos orgullosos. Creo que deberíais aprovechar a ponerlo en la carta de Sus Majestades, a ver si este año algún regalo sobrevive a febrero.
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