20110131

Marina, no leas esto

No pasan cosas buenas en un hospital.

Ni a uno ni a otro lado de las puertas de las habitaciones. De hecho, nunca en la vida he visto un catálogo más amplio y más variado de las miserias humanas. He descubierto que la auxiliar de la farmacia con la que mejor me llevo es como Sarah Polley en “La vida secreta de las palabras”, está casi sorda y sólo enciende el aparato cuando alguien se acerca hacia ella para hablarle. El día que la vi apagar el audífono después de colgar el teléfono quise hacerme una camiseta con su cara. Ahora entiendo por qué es la única persona que me devuelve la sonrisa por la mañana.

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