Todos somos pequeños testigos de nuestro tiempo con sus verdades y paradojas. Pequeños por temporales, por fugaces, jamás por imperceptibles. Y la huella que dejamos, aunque minúscula, es siempre iridiscente.
Y cuando el tiempo, territorio donde se concretan los milagros se transforma en música, armoniza en pentagrama indisoluble a quien la escribe, a quien la canta, a quien la escucha, empapándonos a todos de luz y aliento.
Porque se escribe, se canta y se escucha con las cuerdas del alma. Guardianes de la memoria, cronistas de la existencia, eso somos.
Todos.Y cuando el tiempo, territorio donde se concretan los milagros se transforma en música, armoniza en pentagrama indisoluble a quien la escribe, a quien la canta, a quien la escucha, empapándonos a todos de luz y aliento.
Porque se escribe, se canta y se escucha con las cuerdas del alma. Guardianes de la memoria, cronistas de la existencia, eso somos.
Ana Gloria Moya
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