20090821

Cartas de la monja portuguesa

 
Sólo se conservan cinco, pero estoy segura que le escribió muchísimas más, sin contar las que no se atrevió a mandar. No hubo final feliz y me alegro, gracias a aquel conde de Chamilly que nunca volvió, hoy podemos leer violentas y desgarradoras declaraciones de amor (y de odio) como estas:

"Y, ¿cómo es posible que con tanto amor yo no haya podido haceros completamente feliz? Sólo porque os amo, lamento los infinitos placeres que habéis perdido. ¿He de pensar que no quisisteis gozarlos? ¡Ah! Si los conocierais, encontraríais sin duda que son más delicados que el placer de haberme engañado, habríais experimentado que se es más feliz y que se siente algo mucho más intenso cuando se ama violentamente que cuando se es amado." 

"Muy claramente veo el remedio de todos mis males y pronto me liberaría de ellos si no os amara. Pero, ¡ay!, qué remedio. No, antes que abandonaros, prefiero sufrir todavía más. ¿Depende esto de mí? No puedo reprocharme haber deseado por un solo momento dejar de amaros. Más digno de compasión sois vos que yo, y es mejor sufrir todo lo que sufro que gozar de los lánguidos placeres que os proporcionan vuestras amantes de Francia. No envidio en absoluto vuestra indiferencia, y hacéis que sienta piedad por vos. Os desafío a que me olvidéis por completo. Me enorgullezco de haberos colocado en una situación en la que no podéis disfrutar, sin mí, más que de placeres imperfectos."

"No he conocido del todo el exceso de mi amor hasta después de querer hacer todos los esfuerzos posibles para curarme de él. Y me temo que no me hubiera atrevido a emprenderlo, si hubiese podido prever tantas dificultades y tantas violencias. Estoy convencida de que amándoos a pesar de vuestra ingratitud, hubiera experimentado sentimientos menos desagradables que al dejaros para siempre. He sentido que me sois menos querido que mi pasión y he tenido extrañas dificultades al luchar contra ella, después de que vuestro proceder insultante me hizo odiosa vuestra persona."

"Yo escribo más para mí que para vos, tan sólo intento consolarme. La longitud de mi carta os asustará y no la leeréis. ¿Qué hice yo para ser tan desgraciada? ¿Y por qué envenenasteis mi vida? ¿Por qué no nací en otro país? Adiós. Perdonadme. Ya no me atrevo a rogaros que me améis. Ved a lo que me ha reducido mi destino. Adiós."

Mariana Alcoforado (1640-1723)

1 comentario:

paty_ dijo...

es cierto que estás ya en tierras de paella?