Hace días que escucho el Canon en re mayor de Pachelbel (1653-1706) y cada vez me gusta más. Además, y como hace poco me dijeron unos amigos, un canon es la representación más fiel del paso de los días, siempre igual y siempre diferentes. Y cada vez que la partitura vuelve a empezar se abre un abanico de infinitas posibilidades de interpretación y de sentimientos, exactamente igual que cada vez que empieza un día y repites mecánicamente los movimientos del día anterior a pesar de estar convencida de que no puede haber dos días iguales. Y es obligación y responsabilidad de cada uno interpretar cada mañana desde el principio la partitura de los días en re mayor, sabiendo que la recompensa es que al final la vida propia y alguna ajena suene igual de bien que esta maravillosa obra.
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